domingo, 13 de noviembre de 2011

Perdido.



Perdido.
(Sábado, 12 de noviembre, 2011).



Devastador es el sentimiento que provocas en mí, un cachito de mi alma se pudre, un poquito dentro de mí zozobra cuando tengo alguna noticia tuya que no me es agradable. Es increíble el sentimiento de malestar que provocas dentro de mí, fiebre, mareo, escalofríos y temblores que me impiden escribir, son síntomas de esta enfermedad que lleva tu nombre.
Ya hace largo tiempo que sufro de “ti”, mis días se vuelven cada vez más grises, la lluvia empaña cada vez con más frecuencia los cristales de mis ojos. Cada día hay menos luz, al igual que menos vida en mi interior.
Cada día…
Cada día más solo, cada día más triste, cada día más callado, más taciturno, más indolente, más irascible, más cerca de la muerte.
Ya me cuesta hasta escribir, ya no soy el mismo…, antes escribía más a menudo era más habitual verme con un bolígrafo y un trozo de papel y no era algo desacostumbrado levantarme con una ráfaga pródiga de ideas en medio de la ennegrecida noche, era más frecuente verme soltar carcajadas y la sonrisa amable de mi cara ha dado paso a el más endurecido y amargo de los rictus.
Los paseos se han convertido en algo estresante, millones de ojos se clavan en mí, mi cama ha ocupado el lugar que antes tenían las calles de mi ciudad, en mi cama me pierdo, entre mis sábanas, entre mi almohada, entre mis pensamientos…
Aquí, en no más de tres metros cuadrados…, me pierdo.