Sin título, sin fecha.
La vida le pasaba placentera tras las copas de una botella de vino. Recordaba sus vivencias cuando antaño fue marinero pero todo ya había cambiado, ya no era como antes.
Rememoraba el amor muerto, el amor pasado. Se llenaba de ira pues por egoísta creía que todo aquello solo le pasaba a él. Pensaba que nadie sufría lo que su corazón había aguantado. Quería mirar al futuro con ojos optimistas, palpar el deseo, el ansia, la ternura de una compañía a su lado.
En los mares había sido un luchador que cuando en noches de tempestad arreciaban vientos como traídos por el mismo diablo, con los labios agrietados por la sal, sorteaba la tormenta victorioso. Pero luchar por su vida de la misma manera le producía hastío.
Divagaba sobre lo curioso de su relación con el mar tan azul y amplio, que mientras más tiempo estaba alejado de él más lo añoraba en vez de olvidarlo, era como una cadena que no permitía rotura ni con las más fuertes de las tensiones y así es como él sentía el amor ahora.
Luego borracho y sucio, cansado y humillado, volvía a casa en soledad.
Elliot GueJi.
(Imagen: Cristo en la tormenta sobre el mar de Galilea , Rembrandt)(Vídeo AbelMcFarland en Youtube: Son qual nave Ch'agitata , de Carlo Broschi por Cecilia Bartoli)