sábado, 1 de noviembre de 2008

A lo mejor no...

Eterna pasión.
(Viernes, 5 de septiembre, 2008)

El blanco impoluto de su virginal cuerpo sólo se veía dañado por una herida en su muñeca derecha que todavía supuraba roja y caliente sangre.
Él no preguntó que le había ocurrido, sólo se limitó a empezar un sádico juego del que la chica con gusto participó.
Hallábanse sus cuerpos tumbados sobre un blanco diván. El chico cual obediente súbdito besaba los perfectos pies de ella.
Su juego en apariencia inocente iba desterrando cualquier atisbo de ingenuidad de cada recóndito lugar de sus jóvenes mentes, mientras afloraban los más oscuros y primigenios instintos. Parecían disfrutar de aquel peligroso juego. Disfrutaban el uno del otro.
La chica besaba los rosados y carnosos labios del hermoso joven, mientras este la correspondía con tiernas palabras al oído con las que el corazón de ella se desbocaba.
La parsimonia constante que padecía el chico hacía que ella se tranquilizase y esta daba lugar a la parte más romántica de su jovial y apasionado juego.
Todo a su alrededor palidecía. Todo a su alrededor se volvía brillante y se transformaba en dulces nubes que olían a amor y sabían a hermosura.
Al terminar, los dos todavía unidos y fundidos en un tierno abrazo, se miraban, quedando tumbados, suspendidos en un mar de nubes y encontraron allí, en su cielo, el lugar donde permanecer y al fin pertenecer a la eternidad.

Elliot GueJi.

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