Desde mi ventana no se ven verdes praderas, no escucho a los pájaros que en los árboles floreados en primavera empiezan a cantar.
Desde mi ventana la brisa del mar que a los lejos brilla como plata no acaricia mi tez blanca haciéndome suspirar, el sol no besa mi piel, desde aquí sus rayos no cierran mis ojos ni tiñen mis brazos.
Desde mi ventana sólo veo mal ambiente y suciedad.
La gente chilla y únicamente palomas visitantes en mi ventana vienen a reposar, ratas, maleantes, enfermas putrefactas, por qué sí ellas pueden volar, alzado su vuelo sucio, sin garbo, estropeando la vista, subrayando las nubes, surcando el cielo, sableando el aire.
Desde mi ventana veo a gente caminar, andares como patos y ropajes dignos de quemar a fuego aún en el cuerpo de los que los llevan.
Los perros nauseabundos, famélicos, vagabundos, sarnosos, vestigios de humanidad se puede hallar en su mirada, se aprovechan de lo que otros tiran en las basuras, desperdicios como desperdicios se sienten ellos.
Desde mi ventana observo, miro, escrutinio, examino, sondeo a esta insondable y zozobrante sociedad... Perdón, suciedad.
Elliot GueJi.